2018: desde la reflexión y el deseo.
En nada estamos en 2018. En esta época del año la reflexión es una buena costumbre. Me gusta obligarme a pensar sobre lo que fue el año para mí, para intentar enfocar mejor el siguiente. Es un ejercicio que permite centrar la experiencia del año y pasarla por el filtro, para sacar algo en limpio. Algo que me permita aprender, algo para compartir y si es posible te invite a la reflexión. Incluso que lo importante pueda ser concentrado en una palabra clave, que sirva de ancla para todo el año. El año pasado era DEJAR, te acuerdas?
Este post empezó en papel, este año fue tan especial en tantos sentidos que la reflexión pedía esa conexión íntima entre mano, papel y corazón. Recuperar la escritura que avanza a ritmo de latido.
Este año fue especialmente desafiante, duro por momentos y por eso mismo, decisivo. Lo que hace que el enfoque sea diferente al del año pasado, que cambie la palabra clave y que si te sientas identificado te valga también. Que sea diferente es la premisa básica para conseguir avanzar. La solución de ayer no debe ser el problema de hoy!
Tengo cierta “obsesión” personal con avanzar y progresar, mejorar, no detenerse para no estancarse. Lo veo valioso y necesario. Pero este año descubrí un nuevo motor, la fuerza creadora y refrescante de la RECUPERACIÓN.
Movidos y atizados por el principio de eficiencia para no perder el paso, se nos va quedando lejos, cuando no imposible, hacer una pausa que nos permita ver el valor de recuperar.
Y comprender, sin que importe todo el ruido que te rodee y las máximas que escuches, que hay momentos en la vida que la ÚNICA forma de avanzar es simplemente RECUPERAR.
Recuperar tiempo para los propios, recuperar las ganas de explorar, recuperar la capacidad de sonreír y esperar en momentos difíciles, recuperar la ilusión, recuperar la calma, recuperar lo que te apasiona, la mirada que siempre tuviste y te hacía feliz.
Recuperar no quiere decir parar, ni retroceder. Recuperar implica buscar activamente todo aquello que da significado a lo que hacemos y vivirlo. Valores, personas, pasiones y sueños.
Recuperar implica alinear lo que hacemos con lo que tiene sentido para nosotros. Y aceptar que lo que tiene sentido para mí, probablemente no lo tenga para otro. Es nuestro trabajo encontrar qué da sentido a nuestras vidas y no “adoptar” lo que se dice por ahí o lo que dice otro, porque ése, es un camino tortuoso.
Por eso mismo en este 2018 te deseo RECUPERACIÓN, como garantía para avanzar, pero en la dirección que te lleve a una serena felicidad. La felicidad de saber que haces lo que haces porque SIGNIFICA mucho para ti. Aunque para otros no signifique nada.
En 2018 feliz recuperación, no es fácil. No es imposible.
Un abrazo!
Dolores