El valor de las ideas
Todo empieza con una idea. Basta con mirar alrededor nuestro, todo lo que vemos (y no vemos) empezó con una idea. Los negocios no son una excepción, todo empieza con una idea. Oigo en muchos círculos de emprendedores que la gente repite, haciéndose eco de otros: las ideas no valen nada, lo que vale es su implementación. Erre que erre. Es esto cierto? El reducir o simplificar el debate a esas dos posturas, deja fuera otros conceptos de gran peso que ayudan a comprender mejor la cuestión.
Para empezar, la dicotomía que se plantea de Ideas vs. Implementación es falsa. En cada fase de la ejecución hay ideas integradas. Sobre las que pivota la ejecución. Una idea brillante, ejecutada mediocremente es un fracaso. Una idea mala, ejecutada brillantemente también.
Existe además otra corriente que dice, que el factor determinante del éxito o fracaso es el mercado. No importa ni el equipo ni la ejecución, lo que hay que tener es el producto que la gente quiere. No suena un poquito a afirmar que hay que tener la idea correcta/buena? Empezar con una buena idea, y terminar con una buena ejecución. Adiós dicotomía.
Pero hay otro concepto que aporta Paul Buchheit (creador de Gmail y Friendfeed) que centra el tema con inteligencia: el juicio. Esto es la capacidad de elegir qué idea merece la pena ser ejecutada a cada instante y el equipo que está capacitado para hacerlo. Una persona con buen juicio es un tesoro.
Y por último, el aspecto fisiológico. Las ideas nacen de pensar. Y pensar no es gratis. Es una de las actividades que mayor energía consume. El RMR (Rest Metabolic Rate) que es un índice que mide la cantidad de energía que necesitamos sólo para sobrevivir en reposo lo refleja. En estudios se constató que el cerebro, que sólo es el 2% del total de nuestra masa muscular (una cucharadita de azúcar en una taza de café) requiere el 20% del oxígeno que respiramos y de las calorías que quemamos. El doble que el corazón, pulmones y riñones. Pensar es un trabajo duro, por eso elegimos repetir lo que dicen otros, distraernos, o recurrir a patrones como estrategias de ahorro de esfuerzo y energía. Ergo, las ideas originales y buenas son valiosas, porque son escasas y nos cuesta producirlas.